jueves, 9 de octubre de 2008

LA POSMODERNIDAD Y SUS HIJAS: "LAS NUEVAS TRIBUS URBANAS"

La posmodernidad y sus Hijas: “Las nuevas Tribus Urbanas”

El fin del milenio se presenta, para una gran cantidad de jóvenes, como un tiempo de incertidumbre y de inseguridad. Es un tiempo de crisis, que se puede caracterizar por conceptos que intentan ser parámetros, tales como: globalización, transformaciones culturales, hibridizaciones, etc. Es decir, crisis de adaptaciones sociales, especialmente asociadas a los campos de la economía, las comunicaciones y la ética en las relaciones humanas cotidianas e institucionales, públicas y privadas, en un contexto de modernidad periférica, los cuales serían rasgos reveladores de esta condición. Esta crisis es vivida profundamente en distintos planos y constituiría el actual capítulo que experimenta la sociedad modernizada, o en vías de modernización, como efecto progresivo de los procesos de secularización y racionalización y con el desencantamiento del mundo (Weber).
En el paso de la modernidad a la posmodernidad, se ha provocado la desintegración de la comunidad y una ruptura de las relaciones primarias; los espacios culturales locales sufrieron los ataques de la globalidad, desestabilizándose antiguas formas establecidas de identidad y cultura, siendo reemplazadas por espacios culturales nuevos y distintos, espacios que tienen la característica de ser globales.
El desarrollo de la sociedad industrial y las revoluciones burguesas, que se produjeron a partir de la Revolución Francesa, fue estructurando pautas culturales y sociales sobre las que se articulaban grandes proyectos, tendientes al progreso y al cambio. Hoy es posible afirmar que esos ideales y esos proyectos no se lograron, y con ello devino el desencanto, la ruptura de utopías y la propia idea de progreso, la espontaneidad, el individualismo, la estética y el consumo. En esta “nueva” sociedad tienen primacía las industrias culturales (medios de comunicación de masas), que han afectado las pautas que organizan la vida contemporánea, que atraviesan a las instituciones (entre ellas la escuela) y que generaron el predominio de determinados valores y normas, afectando también hasta el sentido de la experiencia de los individuos, especialmente en adolescentes y jóvenes y, en adultos que tratan de “no despegarse” nunca de ellos.
En este nuevo tiempo en el que vive la humanidad, cargada de cambios, transformaciones e innovaciones, que en lugar de mejorar no solo la calidad de vida de las personas, sino también la calidad de “persona”, de “individuos”, se ancló a una sociedad sumamente flexible, basada en la información y en una estimulación constante de “necesidades”. No estamos ya ante un sujeto con ideales y objetivos, pensando en el futuro por venir, ahora se vive en un perpetuo presente, con un pasado que apenas se recuerda y con frustraciones.
Los objetos, el confort, el consumo masivo, el dinero y el poder caracterizan esta etapa, donde el viejo ideal de llegar a ser sujeto cultivado con conocimientos se lo cambió por ser a partir de lo que se tiene.
Sumado a esto, una característica fuertemente predominante es la sobrevaloración de la adolescencia, su forma de vida, su cuerpo, su belleza. De ser considerada una etapa de la vida pasó a constituir un modo de ser, tendiente a lo que algunos autores denominan “adolescentización” permanente, a la que aspiran sujetos de todas las edades.
En este contexto, el adolescente se convirtió en el centro de la sociedad, que atraviesa una etapa de crisis, cultural, de identidad, de integración, de relación con los demás sujetos. Desde este último aspecto, el vínculo entre padres-hijos también fue afectado. Los conflictos entre ellos ya no se producen por cuestiones ideológicas, sino por asuntos totalmente carentes de relevancia que dieron a lugar a indiferencia y a la falta de comunicación. Los padres son vistos como diferentes, incomprensibles y por lo tanto su palabra ya no resulta lo suficientemente creíble. Vivir el aquí y el ahora a través de la evasión o la agresión y, simultáneamente, vivir el inconformismo; un marco en el que las normas se volvieron relativas y por tanto, los adolescentes, comenzaron a construir un mundo separado al de sus propios padres, con sus propias normas y valores. La escuela comienza a transformarse en el centro de la vida social de los jóvenes, en un espacio que origina una nueva sociabilidad y una lógica propia.
De esta forma se dará lugar al surgimiento de una “cultura juvenil”, con una nueva conciencia generacional que se aleja cada vez más del trabajo e incluso de la estructura de clases, ya que el acceso al tiempo libre, por ejemplo, parece cancelar las diferencias sociales entre los jóvenes, uniformándose la cultura juvenil, en la medida en que se vinculan al mercado a través del consumo.
Este sujeto joven se enfrenta así al fenómeno de la posmodernidad, quedando expuesto a una serie de situaciones: la absorción por la imagen o la exclusión sin salida; la internalización de los signos de muerte como valores propios o la búsqueda de una identidad que de cuenta de las expectativas, valores y sueños; tomar una actitud de total pragmatismo con la realidad o fundar un nuevo mundo; asumir conductas colectivas e individuales que se expresan a través de mecanismos de agresión, compensación y resignación, para estar ahí, para tener una ilusión de participar, porque eso es lo que los hace sentirse virtualmente integrados en medio de la exclusión real, por falta de capacidad real de compra.
Dentro de este amplio campo de transformaciones, la escuela no estuvo ajena a ello, los escenarios en los que se producen los procesos de enseñanza y aprendizaje se han modificado, tanto en sus condiciones objetivas, materiales y concretas,(…)”[1] Las condiciones de vida actuales han hecho que las instituciones educativas queden oscurecidas, descalificadas, ya no constituyen un segundo hogar, puesto que las nuevas condiciones sociales están representadas por un fenómeno particular, el de los medios masivos de comunicación, entre los cuales tienen particular incidencia la televisión y la red de Internet.
Es en este sentido en que habla Guillermo Jaim Etcheverry en “La Tragedia Educativa” cuando afirma que existen señales que demuestran que la sociedad contemporánea está en contra del conocimiento. Condición que surge de la confluencia de una serie de acontecimientos, entre los que la expansión de los medios de comunicación, posee un lugar destacado.
La educación –dice Etcheverry- ya no constituye una meta en si misma. Las tendencias que la modelan apuntan a una enseñanza que privilegia lo “útil”. Esto es, nada menos, que la dimensión inmediatamente redituable e instrumental de lo aprendido.
Actualmente, en las escuelas es posible encontrar jóvenes que pertenecen a distintas tribus, lo cual se evidencia generalmente en sus apariencias. No obstante, como las instituciones poseen un reglamento con normas a cumplir, por parte de todos sus miembros, habitualmente los alumnos no pueden concurrir con elementos extravagantes, tales como piercings, cadenas, entre otros.
Asimismo, una de las tendencias actuales en las tribus, es el choque entre ellas, ya sea por no compartir ideas o gustos iguales, por la discriminación del otro grupo, burlas, etc.
Es por ello que para conocer como “funcionan” estas tribus en las escuelas, se realizó una encuesta a adolescentes entre 12 y 17 años, para que ellos mismos comenten acerca de sus vivencias, si pertenecen a algún grupo o conocen a otros chicos que lo hacen.
Se tomó una muestra en un colegio secundario, de 19 alumnos. De ellos se desprende la siguiente información:
-La mayoría de ellos manifestó que conocen qué son las tribus urbanas y que pertenecen, en su mayoría, a alguna de ellas. Sin embargo, el 68% reveló que no le interesan las tribus, demostrando aquí una contradicción, respecto a las preguntas anteriores. Otra de las preguntas se refería al por qué pertenecían a una tribu y se obtuvieron respuestas diversas: del total de los encuestados, un 26 % respondió que elegía un grupo por el look que la misma propone, un 21% quiere ser parte de la moda, mientras que el resto, en una proporción considerable, no contestó o señaló que lo hacía por otras causas.
-Con respecto a los últimos dos interrogantes, estuvieron dirigidos a las actitudes adoptadas por las tribus, dentro del ámbito escolar. En estos casos, los encuestados declararon que estos nuevos grupos son tranquilos y (la mayoría) que no sobresalen por sus acciones, es decir, son pacíficos; mientras que un 31% revela que si se manifiestan es por el hecho de “hacerse notar”, sobresalir de lo que podría denominarse el común de los alumnos. Finalmente, con respecto a la relación entre las tribus en las instituciones educativas, el 74% expresó que no tienen problemas entre ellas, aunque es de destacarse que el 26% respondió que sí se producen choques.
A partir de estos datos obtenidos, nos es posible concluir que estos alumnos secundarios dicen conocer lo que es una tribu urbana, ya sea porque pertenecen a una de ellas o debido a que sus compañeros lo hacen. Sin embargo, cuando se les pregunta qué piensan de ellas la mayoría manifiesta que no les interesan esos grupos, al igual que los integran sólo por ser parte de la nueva moda o por el look que tienen. Esto nos lleva a inferir la superficialidad que estos adolescentes manifiestan, es decir, ser parte de algún grupo “distinto” aunque sin conocer por qué lo hacen o qué representan. El ideal, entonces, sería, sobresalir, distinguirse, y ello lo consiguen mediante esta nueva moda.
No obstante, en lo que respecta a sus comportamientos en los colegios, se muestran tranquilos, sin problemas ni choques violentos. Si tienen alguna conducta “diferente” es por el solo hecho de que el resto los distinga, o por querer llamar la atención.
Por otra parte, uno de los interrogantes estuvo referido a la clase de música que cada tribu escucha y con la cual se identifica, este aspecto nos permitió reforzar las ideas que ya poseíamos, respecto a sus gustos. Se han logrado los siguientes resultados:
ª Emos: reggetón
ª Flogguers: marchas y otros
ª Dark: latinos
ª Cumbieros: cumbias
ª Punk: rock
ª Góticos: rock y temas del recuerdo
ª Hippies: pop
Estos datos nos permiten conocer un poco más sobre la actualidad de las tribus y algunos de los aspectos que las caracterizan. Además de reflejarnos las condiciones de la nueva sociedad donde los grupos de adolescentes se integran buscando su identidad. Pero una identidad que –explícitamente al menos- ya no pasa como en los 60’ por el cambio o la revuelta social…
Luego de esto, es evidente que no hace falta viajar en el tiempo para poder hablar de las diferentes tribus que conforman una sociedad. Sólo basta con prestar atención y observar en los bares, en la puerta de los colegios o en las plazas a los distintos grupos de adolescentes. Si bien, la mayoría de estos grupos derivan de las tribus modernas, el presente cultural posmoderno, ha impuesto en ellas otros rasgos distintivos.


[1] BOGGINO, Norberto. (2005). “Convivir, aprender y enseñar en el aula”. Santa Fe, Argentina. Homo Sapiens.

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