martes, 7 de octubre de 2008

De la Tribu a la comunidad: jóvenes en banda

De la tribu a la comunidad: jóvenes en banda

¿Cómo aparecen las denominadas tribus urbanas, y qué estamos diciendo cuando las definimos como tales? ¿A qué se deben los enfrentamientos entre distintos grupos de adolescentes? Los especialistas analizan este fenómeno del que tanto se habla en los medios para tratar de comprender a los chicos de hoy


Parece como si hubieran surgido de la nada. De un día para el otro desfilan en los medios chicos de flequillos sobre los ojos, o gorras con visera y equipos deportivos, o zapatillas de lona y jeans rotos. Sin embargo, las denominadas “tribus urbanas” no son una novedad, sino parte de nuestra y muchas otras sociedades desde hace tiempo. Pasear un viernes a la tardecita por calle 8 puede ser un gran ejercicio para quien quiera entrenarse en esta materia. Los jóvenes de la ciudad se autoconvocan en el centro comercial y, como si alguien los clasificara, se agrupan de acuerdo a su vestimenta, acciones y gustos. La adolescencia suele señalarse como una etapa en la que el individuo se define fundamentalmente desde la pertenencia a ciertos sectores, y por lo tanto desde las diferencias con los otros. La Plata no es la única ciudad donde se puede observar cómo los diferentes grupos de jóvenes que se reúnen bajo determinadas pautas, consumos y producciones culturales, como en aquella publicidad de un conocido chocolate: los cumbieros y los chetos, los ahora ultrapopulares floggers y los emos, los darks, los alternativos, los rollingas, los rugbiers... Las peleas de estos grupos en el shopping del Abasto volvieron a darles visibilidad en los medios a estas comunidades y hacen pensar que la convivencia entre ellas es cada vez más frágil. ¿Qué pasa cuando estas “tribus” ya no quieren compartir espacios? ¿De qué nos hablan estos enfrentamientos, qué indican a nivel social? De acuerdo con el diccionario, las tribus urbanas son grupos de jóvenes con indumentaria y aficiones comunes que habitan en las ciudades. Algunos especialistas indican que el hecho de integrar una de estas tribus supone una búsqueda de identidad “dentro de una sociedad demasiado homogénea”. Otros, como la doctora en antropología Mariana Chávez, ponen en cuestión el concepto mismo de tribu urbana. “Es un término bastante peyorativo, porque no es neutro, sino que negativiza a los grupos juveniles y los asocia con algo primitivo y cerrado”, explica la investigadora.
La adolescencia siempre se consideró una etapa difícil de atravesar, de búsqueda, de rebeldía, y un momento fundamental en la constitución de la identidad. Desde la perspectiva del psicólogo Enrique Fidalgo, “lo que se ve actualmente es una apropiación de identidades artificiales, que están relacionadas con procesos de búsqueda después de ciertos fracasos identificatorios”.
Los espacios donde antes los chicos encontraban modelos de conducta y forjaban su personalidad están en crisis, el colegio secundario de hoy aburre al adolescente, y la familia tampoco logra contenerlo. “Entonces, esas instituciones quedan como espectadoras, pero lo peor que se puede hacer es escandalizarse, descalificar la elección del chico, porque así se siente obligado a tomar una posición”, indica Fidalgo. Posiciones que a veces se hacen difíciles de comprender para los adultos.
“¿Qué es un flogger?”, preguntan los conductores de un programa matinal ávidos de una explicación sustanciosa “Una persona que tiene un fotolog, una página de internet donde sube fotos”, responde, como si fuese una obviedad, una de las referentes de ese grupo con el pelo correspondientemente batido hacia un costado y jugueteando con el arito de su lengua. ¿Que más iba a ser?, parece preguntarse la espontánea líder. “Ellos naturalizan una situación sobre la que no se hacen muchos interrogantes, sólo se apropian de algo que los identifica”, describe Fidalgo. Sin embargo, lo preocupante del tema no es la identificación, sino las diferencias o las dificultades para aceptar aquello que es distinto. Chávez propone trascender las interpretaciones mediáticas y observar estas subculturas juveniles no sólo desde sus consumos, sino desde sus producciones. “Los jóvenes realizan articulaciones de sentido en torno a todo lo que tienen disponible, y hoy las nuevas tecnologías ayudan a difundir estas producciones a una velocidad y masividad nunca antes vistas”, señala la antropóloga. Los especialistas consideran que a la hora de intentar comprender a los jóvenes desde la sociedad, muchas veces no se hace el ejercicio de dejar atrás los prejuicios o intentar ver más allá de la violencia o las actitudes contestatarias, por eso los adolescentes terminan siendo de alguna manera chivos expiatorios de un montón de procesos de cambio. “Debemos reconocer en el otro un sujeto con capacidad de hacer. Muchas veces, las actitudes de los jóvenes están hablando de otras disputas que se dan a nivel social”, explica Chávez. Las peleas entre grupos de jóvenes por la ocupación de un espacio público pueden estar indicando, entonces, algo más que sólo diferencias estéticas. “Pueden tener fuertes elementos de clase”, dicen los profesionales. Sin terminar en análisis lineales, los investigadores de distintas ramas subrayan que se debería analizar cuáles son las cuestiones de clase que entran en juego en esas disputas, donde muchas veces se utilizan, por ejemplo, términos raciales para definir al otro. Según Fidalgo “hay un fracaso de la cultura democrática, de la tolerancia, y fundamentalmente de la palabra. En esas peleas entre floggers y cumbieros o cualquier otro grupo hay inclusive hasta situaciones de discriminación e intolerancia y eso marca una herencia autoritaria”. Chávez agrega que los jóvenes exteriorizan modos simbólicos de resolver los conflictos: “No es casual que ahora aparezcan los emos y que digan que la sociedad les duele, dan cuenta de un contexto social”.

¿Desde dónde abordar, entonces, un fenómeno tan complejo pero que a la vez puede mostrarse tan banal?

Fundamentalmente desde un esfuerzo para comprender al otro, desde un análisis de sus consumos, pero también desde sus prácticas, producciones y acciones, sin subestimarlas.
Mamá, soy flogger Facundo Saintpierre tiene un fotolog, pero no “cuelga” sus fotos sino sus dibujos. Facundo hace historietas, ilustra y escribe los guiones. “Empecé hace uno o dos meses cuando recién estaban apareciendo los floggers”, cuenta el adolescente de 16 años. En realidad hacía ya un tiempo que dibujaba “sobre cosas que me pasaban”, pero desde que inició su cuenta en fotolog.com, sus viñetas tienen como protagonistas a los integrantes de esta nueva tribu urbana. A estos nuevos personajes de la web también hace alusión el nombre de la página “mamasoyflogger”. “Al principio, solamente entraban mis amigos, pero se fue difundiendo de boca en boca (o de flog en flog), hasta que llegó a la cantidad de visitas que tengo ahora”, dice Facundo. Mamasoyflogger cuenta con alrededor de 500 visitas diarias. Lo particular de este sitio es que lo visitan y lo firman chicos que se identifican con esta tribu urbana, como aquellos que no tienen tanta tolerancia. Ante una de las parodias sobre estos nuevos personajes urbanos pueden leerse comentarios como “zarpado esa historieta... muy buenaa. Muerte a los Floggers...“, seguidos de otros que no les cae tan bien el chiste: “No tengo nada pero NADA en contra. pero nos tratan como idiotas sin conocernos :S. y no es así, puede ser que haya alguno que otro ; pero no son todos iguales. aunqe no paresca por afuera no somos todos iguales y me parece una falta dde respeto hacia nosotros :S“ (sic). Fernando es conciliador: “Los chistes están hechos para los floggers pero también para quienes los critican y por eso les gusta a todos”. Y sus ideas les gustaron tanto que desde la misma comunidad de usuarios de fotolog abonan la cuota mensual para que Facundo sea un “gold member”. Los usuarios “gold” son aquellos que pueden tener más de 20 comentarios o firmas en sus páginas. Mamasoyflogger tiene alrededor de 15 mil al mes. Ante semejante convocatoria, la pregunta que surge es cómo se le ocurrió empezar con este sitio. “Lo hice para poder dedicarme a esto, para hacerme conocido”, responde con naturalidad el adolescente. Por ahora, al menos en el mundo virtual, no le va nada mal. Una mirada desde el humor No se puede negar que Diego Capusotto, el humorista que se consolidó como conductor de Todo por dos pesos, es un gran observador. Desde el humor supo rescatar gran parte de las culturas juveniles para parodiarlas en su programa Peter Capusotto y sus videos, que se emite por el canal estatal. Este artista logró trasladar ese humor bizarro y ácido que había mostrado en producciones anteriores al ámbito de la música, sobre todo del rock, y hoy sus videos lideran las listas de los más buscados en internet. Algunos de sus personajes más populares son integrantes de las denominadas “tribus urbanas”. En el sketch, “la vida de un emo”, por ejemplo, el protagonista es un joven que vive triste y acosado por las dudas que se le presentan en la vida (aceitunas: ¿negras o verdes?). Ante semejante angustia existencial el joven decide mantenerse en red y contar sus experiencias a través de la web. ¿Qué es un flog? Un flog es una página personal que, desde servidores gratuitos como Fotolog.com, con 20 millones de visitas al mes en todo el mundo, permite subir a la web una foto por día y esperar las opiniones (firmas) de otros floggers. El sitio fue creado en 2002 por Scott Heiferman, Adam Seifer y Spike, aunque en nuestro país empezó a tener notoriedad a partir del 2006. Sólo en Argentina hay 2.084.000 flogs. La tribu de mi calle El neologismo de tribu urbana fue utilizado por primera vez en 1990 por Michel Maffesoli en un libro llamado El tiempo de las tribus. Actualmente, desde las ciencias sociales el término se encuentra bajo revisión, ya que no es representativo de las prácticas culturales, producciones y opciones de consumo de los adolescentes. Las subculturas juveniles más populares en Buenos Aires y en nuestra ciudad son los rollingas, los floggers, los cumbieros y los emos. Los floggers son una tribu recién nacida y en pleno auge. Se destacan por una estética particular (pantalones chupines, y flequillo peinado al costado y sobre la cara) y por exhibir sus fotos en internet a través de los fotologs. Los rollingas, en principio, eran los fanáticos de los Rollings Stone, pero en Argentina el fenómeno se masificó y en la actualidad engloba a muchos jóvenes que escuchan el denominado “rock chabón”, y que también se identifican por un estilo particular: flequillo recto, zapatillas de lona, chalina y remera de su banda favorita. Los cumbieros, por supuesto, son aquellos fanáticos de la cumbia. Se visten con el último modelo de zapatillas y ropa deportiva y usan generalmente gorras con visera. Los emos se definen por su estado de ánimo: están tristes, y la sociedad les da vergüenza . Se visten y se maquillan de negro, usan peinados extravagantes que también les cubren parte de la cara.

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